martes, 21 de abril de 2020

El sombrío panorama que plantea el Banco Mundial para el futuro de Argentina





Un informe del Banco Mundial recientemente publicado analiza en detalle la situación de América y dedica un capítulo al caso argentino. Por otra parte pone en contexto la experiencia de la región ante shocks externos y la antinomia real o ficticia entre salud y economía.

La economía argentina
La economía argentina se prepara para recibir el impacto del brote de Covid-19 después de haber experimentado una recesión por segundo año consecutivo. El PBI se coplanntrajo un 2,2 % en 2019 y las tasas de informalidad y pobreza aumentaron, mientras que el desempleo se mantuvo en niveles elevados. La inflación se aceleró al 53,8 %, pero se redujo a principios de 2020 debido a las congelaciones tarifarias y un tipo de cambio estable respaldado por los controles de divisas.

Sin embargo, el peso continuó depreciándose en mercados de divisas paralelos, en el contexto de una política monetaria más expansiva. Los recortes presupuestarios redujeron el déficit primario del gobierno central a 0,4 % del PBI en 2019, a pesar de un aumento en los pagos de intereses de 2,7 a 3,3 % del PBI.

El nuevo gobierno dictó medidas fiscales para aumentar los ingresos y la redistribución a los grupos de menores ingresos, que se han reforzado en respuesta al brote de Covid-19. La crisis del mercado financiero provocada por el Covid-19 ha aumentado el riesgo país a su nivel más alto en 15 años.

En la coyuntura actual no se puede lograr una consolidación adicional. Frente a restricciones de liquidez y pagos de intereses que evolucionaron muy rápidamente en comparación con los ingresos, el gobierno impuso extensiones de los vencimientos a algunos bonos nacionales, inició un proceso de renegociación de deuda y se comprometió con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para negociar los términos de un posible programa futuro.

Perspectivas
El grave impacto del Covid-19 y las medidas de contención agravarán la recesión económica y retrasarán la recuperación. El espacio fiscal limitado está frenando las perspectivas de estímulo, que incluye transferencias de efectivo, subsidios salariales a las empresas para evitar despidos y transferencias adicionales a las provincias y gasto de capital.

Se prevé que el crecimiento del PBI se contraiga aún más, en -5,2 %, en 2020; mientras tanto, el desempleo, la informalidad y la pobreza continuarán aumentando. 

Dependiendo de una renegociación exitosa de la deuda y un colapso de corta duración del Covid-19, se prevé que la actividad económica se recupere ligeramente en el cuarto trimestre del año y la recuperación continúe en 2021-2022.

Riesgos y desafíos
Muchos riesgos apuntan a la baja. Los riesgos externos proceden del shock de precios de los productos primarios y el impacto del brote del Covid-19, que depende de su duración, la gravedad de la transmisión a través de diferentes canales y sus efectos secundarios. Los riesgos internos derivan de un resultado desfavorable de las renegociaciones de la deuda.

El impacto del Covid-19 en el crecimiento de la producción y la volatilidad del mercado financiero se suma a las incertidumbres ya significativas sobre la cantidad de alivio de la deuda necesario para restaurar la sostenibilidad de la deuda.

Una renegociación fallida podría dar lugar a otra ronda de liquidación de activos argentinos, lo que generaría presión sobre los tipos de cambio oficiales y paralelos, erosión de las reservas internacionales, aceleración de la inflación, profundización y extensión de la recesión, y aumento del desempleo y la pobreza.

Más allá de la mirada particular sobre nuestro país, los puntos más destacados del informe pueden sintetizarse en los siguientes conceptos:

  • ·       Los países de América Latina y el Caribe tienen una extensa historia de shocks adversos severos, que incluyen fuertes caídas en los precios de los productos primarios, un endurecimiento drástico de las condiciones financieras y grandes desastres naturales, pero la epidemia de Covid-19 añade una nueva dimensión, ya que las medidas necesarias para contener el brote también dan como resultado un gran shock de oferta.
  • ·       Ante la incertidumbre generada por la pandemia, la mayoría de los gobiernos ha apostado sensatamente por salvar vidas “a cualquier precio”. En tal sentido, los países de la región han estado tratando de gestionar el trade off entre los costos de salud y los costos económicos.
  • ·       Lograr el equilibrio “correcto” requiere evaluar tanto el impacto en la salud como el impacto económico de las medidas que se pueden adoptar para contener la propagación de la epidemia.
  • ·       Estas medidas incluyen desde cuarentenas a nivel nacional y el confinamiento de la población hasta iniciativas de distanciamiento físico dirigidas a grupos vulnerables de la población, como las personas mayores, o a zonas específicas.
  • ·       Los resultados revelan que, a medida que pasa el tiempo, las medidas generales de contención siempre conducen a un menor número de casos de Covid-19 que las medidas dirigidas.
  • ·       Pero ambas son considerablemente más efectivas si se adoptan inmediatamente después de que se registre el primer caso. Por ejemplo, las medidas de contención dirigidas, adoptadas 15 días después del brote de la epidemia retrasan su progreso con más eficacia que las medidas generales adoptadas después de 30 días.
  • ·       Los países de América Latina y el Caribe no tienen el espacio fiscal del que gozan las economías avanzadas para hacer frente a la crisis. Algunos ya afrontaban una crisis antes del brote de Covid-19.
  • ·       Las economías de la región también se caracterizan por mayores niveles de informalidad, lo que hace que sea mucho más difícil llegar hasta sus empresas y hogares por medio de mecanismos como el aplazamiento del pago de impuestos y las subvenciones salariales.
  • ·       Con recursos limitados e instrumentos menos eficaces, el diseño adecuado de la respuesta de política adquiere una relevancia crucial.
  • ·       Las dificultades de la crisis serán enormes para grandes segmentos de la población. Muchos hogares viven al día y no disponen de los recursos para poder afrontar los confinamientos y las cuarentenas necesarias para contener la propagación de la epidemia.
  • ·      Muchas personas trabajan por cuenta propia, y la informalidad es común incluso entre los asalariados. Llegar hasta estos trabajadores por medio de transferencias es más difícil que en economías formalizadas.
  • ·       El primer canal de respuesta incluye programas existentes de protección y asistencia social que pueden ampliarse rápidamente y cuya cobertura puede extenderse.
  • ·       El consejo frente a shocks adversos es proteger a los trabajadores en lugar de los trabajos. Este consejo se basa en que la mayoría de los shocks afectan a empresas, sectores o ubicaciones específicas, y permitir la reestructuración sectorial o espacial aumentará la eficiencia. Sin embargo, el consejo estándar pierde relevancia cuando un shock económico afecta a toda la economía.
  • ·       Los vínculos entre empleadores y empleados podrían disolverse permanentemente debido a este shock temporal. El capital humano específico de la actividad podría perderse, y aumentar la producción más adelante podría ser más difícil.
  • ·       Vale la pena considerar un enfoque dual para proteger el empleo. Las empresas y sectores estratégicamente importantes podrían recibir apoyo explícito, a cambio del compromiso de mantener a sus trabajadores. Las empresas más pequeñas pueden ser evaluadas y asistidas por bancos u otros intermediarios.
  • ·       Estas instituciones financieras podrían recibir incentivos en forma de riesgos compartidos y garantías, para que garanticen la disponibilidad de liquidez en un contexto de crecientes necesidades de capital de trabajo.
  • ·      Cuando el sector financiero experimentó problemas de solvencia en crisis pasadas, las pérdidas de empleos fueron mucho más importantes y la recuperación posterior se vio obstaculizada seriamente.
  • ·       Lamentablemente, en el contexto actual no se puede descartar el riesgo de una crisis financiera. En  general, el sector financiero se encuentra en una posición relativamente fuerte, pero la magnitud de los shocks no tiene precedentes. A nivel internacional, la región está sufriendo salidas de capital más cuantiosas que las ocurridas en el momento de la crisis financiera mundial de 2008.
  • ·       A nivel nacional, muchos deudores solicitarán una renegociación, o simplemente declararán el impago, al no poder cumplir con sus obligaciones. En este contexto, proteger las cadenas de pago es fundamental.
  • ·        Uno de los principales interrogantes que se plantea es quién debería soportar las pérdidas. Desde un punto de vista económico, la respuesta es sencilla: en la medida de lo posible, las pérdidas deben centralizarse en el gobierno.
  • ·        Idealmente, una respuesta de futuro a la crisis debería ir más allá de abordar las necesidades inmediatas y trazar el camino hacia una recuperación fuerte y sostenible. Las medidas de emergencia bien definidas son un paso en esta dirección.
  • ·       Proteger las fuentes estratégicas de empleo, evitar una crisis financiera y gestionar los activos de manera profesional ayudará a impulsar la economía. Sin embargo, a pesar de los desafíos urgentes, es necesaria una visión de largo plazo. Los países deben tratar de recuperar su agenda de desarrollo, con el empleo y la transformación económica como pilares fundamentales.

       
      

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