jueves, 18 de junio de 2009

Advierten que los "brotes verdes" podrían convertirse en pastos amarillentos


Diversos economistas explican que, pese a ciertos indicadores que mostrarían que lo peor de la crisis pasó, existen todavía riesgos de fuertes turbulencias


En una reciente nota, Nouriel Roubini, conocido como el “Doctor catástrofe”, decía que la información reciente indica que el ritmo de contracción de la economía mundial puede estar disminuyendo. Sin embargo, la esperanza de que pueden estar surgiendo los “brotes verdes” de la recuperación podría verse limitada por muchas "hierbas amarillentas", como ser:

  • Los últimos datos sobre el empleo, las ventas minoristas, la producción industrial y la vivienda en EE.UU. siguen siendo muy débiles;
  • Las cifras del PBI en Europa en el primer trimestre son desalentadoras;
  • La economía japonesa sigue en coma;
  • Las exportaciones de China –que se están recuperando– son escasas.

Para el experto, estos indicadores moderan el actual optimismo de que las economías tocarán fondo a mediados de año. No obstante, la cuestión crucial no es cuándo lo harán, sino si la recuperación –cuando ésta llegue– será fuerte o débil a medio plazo.

Así pues, la opinión generalizada de que la economía global llegó a su piso puede resultar demasiado optimista. Tras la quiebra de Lehman Brothers, en septiembre de 2008, el sistema financiero casi colapsó y la economía mundial entró en caída libre.

En ese momento, los encargados del diseño de políticas comenzaron a utilizar la mayoría de las armas de sus arsenales:

  • Un enorme relajamiento de la política fiscal;
  • Expansiones monetarias convencionales y no convencionales;
  • Billones de dólares para apoyar la liquidez, recapitalizar bancos y otras compañías, a fin de detener la contracción del crédito.

¿Cómo será la recuperación global?
No se debe descartar, en opinión de Roubini, que haya un par de trimestres con acelerado crecimiento del PBI, a medida que el ciclo de los inventarios y el enorme impulso generado por las políticas conduzcan a una recuperación de corto plazo.

Pero las hierbas amarillentas bien podrían asfixiar esos brotes verdes de los que tanto se habla ahora, lo que anunciaría una recuperación mundial débil en los próximos dos años.

En tal sentido aquellos que sostenían que se trataría de una recesión en forma de U, con una extensión aproximada de 24 meses, podrían tener razón.

Y no son pocos los analistas que colocan signos de interrogación a esta supuesta salida. "Nadie está resolviendo el problema de los activos tóxicos y la recapitalización de los bancos. La regulación financiera no va más allá de algunas medidas populistas sobre paraísos fiscales.

Además, existe todavía la posibilidad de que se deba atravesar fuertes turbulencias.

Por su parte, el Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, advirtió en una entrevista publicada el domingo por otro diario británico, "The Observer", que la economía mundial se enfrenta a una "niponización" económica.

"El riesgo de una gran depresión es mucho menor, pero este primer año ha sido peor de todo lo que experimentó Japón en la década pasada. El temor a ingresar en un largo estancamiento es muy alto", opinó Kurgman.

La comparación asusta. En la década del 90 Japón experimentó una profunda crisis económica disparada por factores similares a los actuales -burbuja financiera e inmobiliaria- y tardó casi 10 años en recobrar la senda del crecimiento a pesar de bajar la tasa de interés a cero por ciento.

Hoy el Producto Bruto Interno de Japón es el mismo que tenía en 1992. Así pues, las hierbas amarillentas del estancamiento podrían sustituir a los retoños verdes de la estabilización si varios factores de mediano plazo limitan la capacidad de la economía mundial para recuperar el crecimiento sostenido.

A menos que se solucionen esas debilidades estructurales, la economía global podría crecer en 2010-2011, pero a un ritmo anémico.

La clave puede estar en las respuestas a la crisis Dos reconocidos economistas internacionales, Barry Eichengreen y Kevin O´Rourke, del Trinity College, Dublín, han elaborado un estudio (A Tale of Two Depressions ) en el que sitúan el comienzo de la actual recesión global en abril de 2008 y el de la Gran Depresión en junio de 1929. Y encontraron un comportamiento similar en el ritmo de producción industrial y en la evolución del comercio.

Los autores advierten que, si bien hasta ahora la respuesta política ha sido mucho mejor, en gran medida gracias a todo lo que se aprendió de la Gran Depresión, hay suficientes signos negativos para mantenerse alerta.

El gran peligro es que detrás de un prematuro optimismo se escondan los mismos problemas que llevaron a la peor crisis económica mundial de la preguerra. Los investigadores expresan en su artículo que “antes de llegar a la conclusión de que la recesión pronto llegará a su fin, debemos echar un vistazo a la historia, una de las mejores guías con las que contamos frente a la actual situación. Afortunadamente, disponemos de datos, pero, por desgracia, estos no auguran nada bueno”.

En primer lugar, la producción industrial sigue la trayectoria del descenso que sufrió durante la Gran Depresión con una horrible similitud. Dentro de Europa, la caída de la producción industrial en Francia e Italia ha sido peor que en la fase comparable de los años 30, mientras que la de Reino Unido y Alemania es muy similar.

Los descensos en EE.UU. y Canadá también se aproximan a los de esa década. Pero el colapso de Japón ha sido mucho más grave que el de los años 30, pese a la recuperación mostrada recientemente.

Segundo, la caída en picada del volumen de comercio mundial ha sido mucho peor que durante el primer año de la Gran Depresión, pues equivale al experimentado durante los dos primeros años de la misma. Esto no se debe al proteccionismo, sino al desplome de la demanda de productos industriales.

Tercero, pese al reciente rebote, el derrumbe registrado en las bolsas mundiales es mucho mayor que el experimentado durante el periodo correspondiente al de aquel entonces.

Los autores resumen la situación sin rodeos: “a escala global, repetimos o incluso empeoramos los datos de la Gran Depresión... Nos encontramos ante un fenómeno de proporciones similares”.

Diferencias
Sin embargo, la actual respuesta política sugiere que no se repetirá el desastre:

  • La tasa de interés de las siete principales economías nunca cayó por debajo del 3%, pero en la actualidad se aproxima a cero. Incluso el Banco Central Europeo, el más duro de los grandes bancos centrales, ha reducido sus tasas de interés al 1%.
  • Adicionalmente, en el 30 la cantidad de dinero se contrajo abruptamente, pero esta vez la política fiscal ha sido mucho más agresiva.
  • En aquellos años el déficit medio de los principales 24 países seguía siendo inferior al 4% del PBI. En la actualidad, este indicador será muy superior. En EE.UU. se espera que se aproxime al 14% del PBI.

¿Qué se debería esperar?
La demanda del sector privado sólo recuperará su solidez una vez que se equilibren las cuentas de los hogares sobreendeudados, de las empresas con exceso de créditos y un sector financiero con carencia de capital, o cuando los países con altos índices de ahorro aumenten su consumo o inversiones.

No es probable que algo de esto suceda pronto. De hecho, es mucho más posible que se tarden años, dados los extraordinarios volúmenes de deuda acumulados durante la última década. En los dos últimos trimestres, por ejemplo, los hogares estadounidenses devolvieron sólo un 3,1% de su deuda.

Entre tanto, el gobierno federal se ha convertido en el único prestatario de magnitud.Lo más probable es que la economía mundial necesite agresivas políticas fiscales y monetarias durante mucho más tiempo de lo que muchos piensan.

Los peligros opuestos
Existen dos peligros opuestos. Uno es que los estímulos se retiren demasiado pronto, como sucedió en los 30 y en Japón en la década de 1990. Entonces se sufrirá una recaída en la recesión, ya que el sector privado aún es incapaz, o no está dispuesto, a incrementar el gasto. El otro peligro es que los estímulos se retiren demasiado tarde.

Esto generaría temores inflacionarios crecientes, especialmente en los EE.UU. que aporta la divisa mundial clave.

Llegado el caso, el alto precio en dólares de las materias primas y el aumento de las tasas de interés a largo plazo podrían llevar a una estanflación. En este contexto, los “brotes verdes” dejaron de ser la expresión favorita de los políticos.

Durante la reunión de los ministros de Finanzas del G8, celebrada el fin de semana pasado, el mensaje se modificó, haciendo hincapié en que era demasiado prematuro dar el visto bueno a la economía mundial.

"No creo que hayamos alcanzado el momento en el que podamos decir que la recuperación ha comenzado", afirmó el secretario del Tesoro de EEUU, Tim Geithner, que el miércoles seguía insistiendo en que "todavía es pronto" y "nos queda camino por recorrer".

El ministro de finanzas británico puntualizó que "aún no hemos llegado a ese punto". Por su parte, el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, llegó a decir que "la recuperación es leve".

Los mercados financieros respondieron con sumisión a este mensaje, lo que pone de manifiesto la efectividad de la estrategia: un intento de influir a través de la persuasión en lugar de recurrir a la fuerza o a la autoridad, aunque la debilidad de los datos económicos también desempeñó un papel importante.

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