miércoles, 17 de junio de 2009

Para quienes le confiaron millones de dólares, Madoff es mucho más que un estafador

Así lo revelan las cartas que presentaron los inversores. Las mismas serán utilizadas como evidencia por el juez para dictar su sentencia




"A esto hemos llegado". Con esta exclamación desgarrada acaba la carta que Kathleen Bignell envió al juez Danny Chin relatando el drama que desde hace seis meses vive su familia, una de las miles de víctimas del fraude más grande en la historia de Wall Street, diseñado y ejecutado por Bernard Madoff.

No les queda nada y viven de la pensión de su padre, de 89 años, al que le dijo que no puede morirse. "No tendremos dinero para enterrarlo".

Según consigna El País de Madrid, su lamento se repite una y otra vez en el más de un centenar de cartas que el magistrado utilizará como guía para dictar sentencia el próximo 29 de junio, recogidas en un documento entregado por la fiscalía como prueba de la gran mentira en la que vivieron.

Las cartas están también repletas de insultos como "monstruo", "ladrón", "asesino", "violador" o "diablo" y piden para Madoff una condena ejemplar. (Vea: "Cartas de los inversores")

"Sabiendo por la SEC -siglas en inglés del regulador bursátil- que era un broker seguro, pensamos que estaba bien entregarle nuestro dinero", dice Bignell. Es gente normal, como Paul Allen, de 89 años, y su mujer, que viven de la pensión.

O como Ronnie Sue y Dominic Ambrosino, también jubilados, que relatan que ya no les queda nada. Sus ingresos eran muy bajos y vivían una vida modesta. Confiaron sus ahorros a Madoff, hasta el último dólar.

Incluso vendieron su casa para destinar el beneficio a una inversión que pensaron sería su seguro de vida.

"La devastación emocional es tan intensa que no se puede describir", dicen en una extensa carta. Toda su vida para llegar a tener miedo de pinchar la rueda del coche, porque no podrán pagar la reparación.

Los testimonios son desgarradores, como el de Morton Chalek, de 86 años, veterano de la II Guerra Mundial. "Tengo una rodilla rota, cáncer de pulmón y gracias a Madoff estoy en bancarrota".

Su familia tenía 2,3 millones de dólares invertidos en noviembre de 2008. Dos semanas después, relata, lo perdió todo. "Me vi obligado a mudarme a un apartamento más pequeño y ahora trato de sobrevivir con una paga de 900 dólares mensuales".

Otros, como Carl Kornblum, de 70 años, tuvieron que volver a trabajar y vender su casa para tener un sustento financiero con el que llegar a final de mes.

Tanto él como su mujer, de 66 años, fueron en la juventud amigos de Bernie y Ruth Madoff. "¿Se lo puede creer?", le dicen al juez. Bárbara Brown llevaba 30 años con Madoff. Dice que no puede ayudar a sus padres, muy ancianos, pero se siente afortunada porque sus hijos le apoyan.

Randy Baird, otra víctima, define al ex presidente del Nasdaq como un "sociópata", un ser "sin alma, ni conciencia, ni remordimientos". Un "criminal en serie" que iba cobrándose víctimas conforme abría nuevas cuentas.

"No es un ladrón ordinario", dice Michael de Vita, "este es el hombre que robó la vida a las personas, arruinó a familias". "Sentencie a ese monstruo llamado Madoff con el castigo más severo posible", solicita.

La trama no sólo se cobró los ahorros de cientos de jubilados. También golpeó a obras benéficas de la comunidad judía. Es el caso de Caren Low. Su familia está vinculada a la escuela de medicina Albert Einstein o a la Universidad Hebrea en Jerusalén. Ahora está tomando antidepresivos.

"Es repugnante", afirma. "La lección es que no debes dar tanto dinero antes de morir, porque nunca se sabe lo que puede pasar", remacha.

De entre este centenar de víctimas, ocho, como Adriane Biondo, esperan poder hablar ante el tribunal, y plantar cara a Bernard Madoff cuando se dicte sentencia.

Todos piden a Chin que "haga lo correcto", que se aplique la pena máxima de 150 años de cárcel que corresponde a los 11 delitos que pesan sobre el infame gestor de fondos, para que responda así al daño cometido.

Ésa es la única esperanza que les queda a los Hirschhorn. "El público necesita saber que esto puede pasarle a cualquiera". Y como dice Steve Norton, no puede haber perdón. "No permita que una mente criminal como ésta vuelva a hacerlo".

Madoff, de 71 años, está en prisión desde marzo, tras admitir que ejecutó un fraude que costó más de 50.000 millones de dólares a los inversores.

En medio de este vendaval de denuncias, Bernanrd Madoff logró un acuerdo con el regulador bursátil estadounidense (Securities and Exchange Commission -SEC-) por cargos civiles, sin embargo, el inversionista no ha reconocido ni negado los delitos que se le imputan.

"Estoy bastante sorprendido de que llegaran a una resolución o conciliación donde no admitió culpabilidad pese a la magnitud del fraude, especialmente porque la SEC está siendo muy criticada por no haberse dado cuenta del asunto", manifestó Bradley Simon, un abogado defensor criminalista de Nueva York.

A su vez, Michael Shapiro, socio de la firma legal Carter Ledyard and Millburn LLP, comentó que esta medida "es una ridiculez, debido a que ya admitió su culpabilidad en un proceso criminal".

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