martes, 16 de junio de 2009

¿Cuál es el país europeo que está a un paso de convertirse en la nueva Argentina?

Dicho estado enfrenta el mismo dilema que Argentina entre 2000 y 2001: una severa recesión, ingreso nulo de capitales yun tipo de cambio insostenible



Después de la fallida subasta de deuda pública, las autoridades de Letonia intentan evitar desesperadamente una depreciación de su moneda, el lat.

El dilema que vive el país es similar al que se enfrentó Argentina entre 2000 y 2001: una severa recesión provocada por la crisis financiera global, un repentino agotamiento de las entradas de capital y la necesidad de reducir el importante déficit externo, agravada por un tipo de cambio monetario insostenible.

En un reciente artículo publicado en el Financial Times, el economista Nouriel Roubini, expresó que al igual que en Argentina, el FMI al principio se mostró de acuerdo, no sin cierta inquietud, con la posición de las autoridades, que intentaban impedir una depreciación de la moneda, a pesar de su importante revalorización.

Sin embargo, una depreciación del tipo de cambio real es necesaria para recuperar la competitividad del país; su ausencia puede provocar un problemático ajuste de los precios relativos a través de una deflación y una lenta caída de los salarios nominales que empeorará la recesión.

Aunque serían necesarios unos recortes draconianos del gasto público si Letonia quisiera mejorar su cuenta corriente, la medida es políticamente insostenible.

Y, aunque es necesaria una consolidación fiscal, como descubrió Argentina entre 2000 y 2001, la recesión se agravará a corto plazo. Se trata, por tanto, de una estrategia contraproducente mientras la divisa continúe sobrevaluada.

Al igual que en Argentina, permitir una depreciación de la moneda tendría efectos negativos en el balance. Gran parte de la deuda de hogares, empresas y bancos está en divisa extranjera.

El valor real en moneda local de esas deudas se dispararía después de una devaluación. Esta depreciación provocaría el impago de muchos agentes del sector privado y, dado que los bancos del país son filiales de entidades suecas, una debacle financiera en Letonia acabaría perjudicando seriamente a sus vecinos.
-->
No obstante, la devaluación parece inevitable y el programa del FMI, que descartó la posibilidad, presenta fallos. El FMI o la Unión Europea podrían aumentar sus ayudas a Letonia pero, como en Argentina, sería malgastar el dinero. Es más sensato utilizar los recursos internacionales para mitigar los daños colaterales de la depreciación.

Una introducción del euro inmediatamente después de la devaluación ayudaría a evitar que el tipo de cambio se dispare, aunque para ello la eurozona tendría que admitir a un país que no cumple con los requisitos exigidos a los futuros miembros.

La eurización después de depreciación es una estrategia más digna de crédito para Letonia de lo que la dolarización habría sido para Argentina, dado que Letonia ya pretendía entrar en la eurozona y su ciclo de negocio tiene una relación muy estrecha con el de la UE.

La eurización sin depreciación no funcionará, dado que es necesaria una depreciación real para recuperar la competitividad. Sin duda, cualquier depreciación, con o sin eurización, hará que muchas deudas en divisa extranjera sean insostenibles.

Para reducir el riesgo de contagio, la mejor estrategia sería: depreciar la moneda, una eurización después de depreciación, reestructurar la deuda privada en divisa extranjera evitando un “impago formal” y aumentar el plan del FMI para limitar las repercusiones en el sector financiero.

Es una estrategia arriesgada pero, como ocurrió en Buenos Aires hace nueve años, cuando el plan A no funciona, es necesario poner en marcha el plan B cuanto antes, mejor. Retrasar la puesta en práctica del plan B sólo provocaría un mayor impacto cuando se produzca la inevitable crisis monetaria. Esperemos que algo hayan aprendido de la situación que atravesó Argentina en 2001.

Las autoridades letonas intentan desesperadamente evitar la depreciación interviniendo en el mercado de divisas. Sólo un milagro o un severo ajuste fiscal, que no empeore la recesión puede conducir a una recuperación económica.

En este momento, la crisis monetaria y financiera parece prácticamente inevitable. La cuestión es cómo reducir las consecuencias internas e internacionales una vez que se introduzcan los cambios necesarios. Según la experiencia argentina, aplazar las decisiones sólo agravará la crisis, ya ineludible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario